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Science and its times. Vol 2 700. to 1499 (Parte 8)

Hoy toca un especial peste negra, cuya relación con la ciencia es haber representado un retroceso importante, al avance científico debido a la gran cantidad de personas que murieron. Sin olvidar que los prejuicios e injerencias religiosas en la aplicación de la medicina contribuyeron en gran medida a que sus efectos fueran todavía más devastadores.

En principio, la plaga sería transmitida por la rata común, que vivía tan ricamente entre los humanos, alimentándose en las propias despensas de las que salían los alimentos para las personas. A ello ayudaría la presencia de pulgas, que al alimentarse tanto de sangre humana como de ratas, saltarían de unas a otros transmitiendo esa y otras enfermedades.

Los síntomas aparecían muy rápido y podían ser de tres tipos: peste bubónica, que afectaría al sistema linfático produciendo las bubas que le dan nombre (esas excrecencias dolorosas llenas de pus y sangre, que se volvían negras, de ahí lo de peste negra, y podían reventar); peste neumónica, que afectaría al sistema respiratorio; y peste septicémica, que afectaría al sistema circulatorio.

La peste bubónica fue la forma más habitual, y la que tenía síntomas más espectaculares. La mitad de los enfermos de este tipo murieron. Sería la que se transmitía mediante ratas y pulgas.

http://propark.files.wordpress.com/2011/03/peste-negra1.jpg

Los que padecían la peste neumónica no tenían síntomas externos, sino que sus pulmones se llenaban de líquido y sangre. Era mucho más mortal que a bubónica y además se podía transmitir entre humanos sin la intervención de ratas o pulgas.

Animation of transmission of pneumonic plague through inhalation of plague bacteria.
http://www.bt.cdc.gov/agent/plague/trainingmodule/images/lesson_graphics/1-5_Pneumonic_plague.gif
La peste septicémica, en la que el bacilo ataca al flujo sanguíneo, era tan rápida, que podía ocurrir la muerte antes de desarrollar siquiera síntomas.

Animation of pneumonic plague progressing to septicemic plague through the lung infection.
http://www.bt.cdc.gov/agent/plague/trainingmodule/images/lesson_graphics/1-6_septPlague.gif

Se acepta que su aparición sería hacia 1347 en Italia, proveniente de la zona del Mar Negro atacada por los mongoles a través de las ratas en los barcos genoveses que transportaban grano. Según cuentan, los primeros afectados serían los atacantes, que lanzarían los cadáveres infectados por encima de los muros de las ciudades.

Aunque según investigaciones más recientes, la plaga ya habría comenzado a extenderse antes de la ayuda de los barcos, desde su origen en Asia Central. Los ataques de los mongoles y la existencia de rutas comerciales por esas zonas habrían abierto caminos para que la plaga abandonase sus hasta entonces endémicos lugares.

Así, el avance de la enfermedad podría partir de Asia Central hacia el Nilo Superior, pasar a las islas de Chipre y Rodas en 1348 y extenderse hacia la costa este del Mediterráneo.

Pero la infección no siguió una única ruta, sino que también pasaba a través de los barcos hasta Sicilia, y más allá de la zona costera hacia el norte de Europa. Así, llegaría a Escandinavia hacia el 1351 y a Moscú en 1353.

http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef015393aaef95970b-550wi

Pero la Peste Negra no sólo afectó aquella época, se puede decir que sus apariciones fueron varias, ocupando un intervalo de unos 500 años: Así, la última pandemia aparecería en Asia en 1894, matando a unos 6 millones de personas al considerarse finalizada en 1908.


Desgraciadamente, no sólo fue una enfermedad muy activa y mortal, sino que generó una ruptura social, al ser la primera vez que la gente rechazaba de forma masiva y habitual a los enfermos, incluso siendo de su propia familia. Por su parte, esos afectados (y sus familias) eran aislados, o incluso se emparedaban sus casas para que no pudieran salir y se les dejaba morir. No sólo era el miedo a una enfermedad entonces desconocida, sino que provocó cambios muy profundos en el comportamiento como seres humanos, afectando a la ética y a la moral.

Y aquí entra la importancia de la religión, al considerar la peste como un castigo divino a los pecados de las personas. Y empezaron las peregrinaciones, los rezos, las procesiones para pedir la misericordia de un dios que no parecía hacer mucho caso de los ruegos y sufrimientos de su rebaño. Así aparecieron los flagelantes, que iban de sitio en sitio en actos públicos de confesión de pecados y azotándose con los látigos llamados flagelos.

http://oscarherradon.files.wordpress.com/2009/02/flagellants-ccxvr.jpg?w=510

Y también se recurrió, como en otras muchas ocasiones, a culpar a los judíos, cuyos hábitos higiénicos les permitieron capear con mayor fortuna esta desgracia. Pero se les acusaba de envenenar los pozos para extender la plaga, con lo que los ataques a esta gente fueron tan salvajes que en muchas localidades les asesinaron a todos en horrendas ejecuciones en masa.

¿Y mientras tanto, qué hacía la ciencia? Pues los médicos hicieron lo que pudieron, o lo que la iglesia les dejaba, aunque hasta 600 años después no se logró descubrir la causa de la enfermedad. El caso es que el Rey Felipe VI reunió en 1348 el Consejo de París, formado por 49 médicos de la Universidad de París. Dado que no tenían ni pajolera idea, aseguraron que la causa era una alineación astral que provocó terremotos y tormentas, que expandieron la putrefacción y humos nocivos (los famosos miasmas) de pantanos, basureros y cadáveres sin enterrar. Respirar esos miasmas sería la causa de la enfermedad en las personas.

El caso es que consiguió entender una forma basta de la teoría del contagio, que se mezcló con la tradición de los cuatro humores que venía de la época de los antiguos griegos. Esos miasmas romperían el balance entre los cuatro humores y vendría la enfermedad. Pero la transmisión de la enfermedad no se ajustaba completamente a esa teoría y allá por el siglo XIV ya no quedó más remedio que aceptar la vía del contagio: cuando un  miembro de una familia enfermaba, pronto ocurría lo mismo con otros familiares y con las personas que venían a atenderles.

Así, aunque la sensación de contagio ya se tenía, hubo que esperar hasta 1546, cuando el médico italiano Girolamo Fracastoro propuso que la enfermedad se transmitía entre las personas mediante "semillas", directamente o entre las ropas.

Y con ello se potenció el aislamiento de los afectados. Así, hacia el final del siglo XIV la ciudad italiana de Ragusa obligaba a los barcos que querían atracar a esperar 40 días en el mar hasta confirmar que no traían a ningún enfermo. Esos quaranti giorni, se transformaron en la cuarentena, que se fue aplicando progresivamente en más sitios y cada vez que la enfermedad aparecía.

En cuanto al aislamiento, se construyeron los llamados lazaretos, siempre fuera de las murallas. A los afectados se les llevaba aunque fuese a la fuerza.

https://encrypted-tbn3.google.com/images?q=tbn:ANd9GcSZTpR0v2BjDyV425xvRGcQWAPtNRnF69N3BrNjD2_di5ypcZPHBg

Dado que se desconocía su papel en la transmisión de la enfermedad, a las ratas no les hacía nada y seguían campado por las ciudades.

Algunos estudiosos consideran que la enorme masacre de población que originó la peste negra, permitió una mejora en las condiciones económicas y de oportunidades de trabajo de los supervivientes. Así, la primera generación de eruditos del Renacimiento fueron todos supervivientes de esta masacre.

Triste consuelo para una de las épocas más negras de la humanidad.

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