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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Science and its times. Vol 3. 1450 to 1699 (Parte 10)

Una de las formas en las que la ciencia suele avanzar es debido a la disponibilidad de instrumentos que mejoren la capacidad de medición y observación. Porque es la evidencia experimental la que permite que una nueva teoría sea ampliamente aceptada. Por lo menos en las ciencias menos abstractas en las que se precisa esa comprobación experimental para dar la confirmación definitiva (con perdón del principio de falsabilidad, claro). Es gracias a esos avances técnicos que los científicos ponen a prueba sus hipótesis. Y es gracias a esos avances técnicos que teorías aceptadas son puestas en duda y finalmente superadas, para dar paso a otras más precisas. Por eso son necesarios los científicos experimentales, o los ingenieros, o simplemente un vendedor de telas con ganas de aprender y conocer mejor la realidad. Porque vendedor de telas era el holandés  Antoni van Leeuwenhoek , aunque su pasión eran los microscopios. ¿O eran los telescopios? Es que Galileo usaba telescopio. Pero

Science and its times. Vol 3. 1450 to 1699 (Parte 9)

Sé que es un tema interesante, aunque casi nunca le prestemos atención. Se supone que hasta hace bien poco, las mujeres eran consideradas fisiológicamente como versiones imperfectas del hombre, por lo que sus características y enfermedades fueron relegadas y sólo gracias a acciones individuales se fue avanzando en su conocimiento. Pero, como mínimo, las mujeres representan la mitad de la población mundial de cualquier época, y lo mismo debería ocurrir con los pacientes. ¿Y con los médicos? Evidentemente no, pues a las mujeres se les impedía acceder a la formación académica y, en general, a cualquier tipo de educación, por lo que ni tan siquiera las mujeres que practicaban la medicina tenían la posibilidad de poner por escrito sus experiencias. Así, las parteras transmitían sus conocimientos oralmente, y otras "médicas" terminaban siendo consideradas brujas. Resumiendo, las mujeres se ocupaban de las mujeres. Algo que al masculino mundo académico le importaba más bi

Science and its times. Vol 3. 1450 to 1699 (Parte 8)

Pero para avanzar en una ciencia hay que conocer el objeto de esa ciencia. Y estamos hablando del aparato reproductor femenino. En una época en que las mujeres no tenían una posición en la sociedad digamos que digna. Aunque siempre hay excepciones, porque el primer tratado sobre reproducción femenina es de la época de los griegos clásicos, allá por el siglo -2. Obviamente, si todavía hoy en día los hay, no nos extrañe que el autor tuviera bastantes prejuicios sobre el asunto. Empezando por la idea, que perduró bastante, de que las mujeres eran versiones defectuosas (en el sentido de que le faltaban cosas) de los hombres. Galeno, por cierto, poco dejó escrito sobre las mujeres. Y para rematar la faena, dado que las disecciones en humanos estaban prohibidas, la información interna se obtenía a partir de animales. Así que el ínclito muchacho creía que el útero femenino era como el de esos animales, con dos cuernos y en uno se desarrollaban los niños y en el otro las niñas. Así