Ay, los pitagóricos. Debían ser un grupito muy interesante. Le daban mucha importancia a la música. Tanta que consideraban que las estrellas y los planetas, al moverse, generaban música.
Pero claro, lo primero que se nos ocurriría preguntar es por qué no oímos esa música (y más en aquella época, sin coches zumbando por todas partes). Pues ellos también se lo preguntaron.
¿Y la respuesta? Pues que la música está ahí pero que no somos capaces de oírla porque la escuchamos desde que nacemos. Hábiles los muchachos, ¿eh?
También consideraban que tanto la Tierra como el resto de objetos del firmamento rotaban alrededor de un fuego situado en el centro del Universo. Y que para explicar los eclipses solares, debía haber una anti-Tierra. Aunque esta idea del fuego central no fue propuesta desde el comienzo. Primero consideraban que el centro del Universo era la Tierra, pero posteriormente, un astrónomo pitagórico, Filolao, mejoró la explicación, situando ese fuego en el centro y el Sol dando vueltas también. Con las estrellas fijas en la esfera más externa.
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Además, esa anti-Tierra también servía para explicar por qué no se veía nunca ese fuego central
Así que la música era el origen y a expresión natural de la armonía del Universo que sólo se podría conocer racionalmente mediante las matemáticas. Y, por tanto, todo podría ser entendido mediante esas matemáticas, que harían accesible todo el conocimiento.
Esas leyes matemáticas eran las que regirían el movimiento de Universo, con el Sol, la Luna, y los planetas conocidos entonces (los actuales Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) girando en órbitas perfectas (tanto que serían esferas, la famosa "música de las esferas") concéntricas en la Tierra.
Para los pitgóricos, la propia Tierra también sería una esfera.
También era una esfera para Dante en su Divina comedia (1310). El Infierno estaría en el interior, el jardín del Edén estaría en la cima del monte Purgatorio. La Tierra estaría rodeada por una esfera de fuego, detrás de la cual estaría el Cielo. Hasta esa esfera de fuego habría otras 10 esferas intermedias concéntricas: la esfera donde estaría la Luna; la esfera de Mercurio; la de Venus; la del Sol; la de Marte; la de Júpiter; la de Saturno; la de las estrellas fijas (con el zodíaco); la esfera del primum mobile de Aristóteles (que sería la esfera movida por el Logos aristotélico que luego los cristianos convirtieron en dios y que originaría el movimiento de las demás esferas interiores); y la última esfera, la Empírea o de fuego, o de luz, tras la que estaría dios.
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Son 10 esferas, porque para los pitagóricos el número 10 representaba la perfección.
Curiosidad: Copérnico, que tumbó la teoría geocéntrica, parece ser que ya estaba convencido del heliocentrismo unos 20 años antes de hacerla pública. Porque la comunicó justo antes de morir, seguramente porque no quería meterse en problemas con los curas.
Y es una pena lo de que no se aceptara antes el heliocentrismo, porque así es mucho más fácil explicar el movimiento celeste (ya que no hay que hacer artificios matemáticos para explicar el movimiento retrógrado de algunos planetas, como era evidente ya en la antigüedad). Pero los curas no estarían por la labor de que la máxima creación de su dios estuviera en una esquina, en vez del reluciente centro.
Todo el mundo sabe del enfrentamiento de Galileo con la Inquisición allá por el 1633, por defender el heliocentrismo de Copérnico. Tanto que se ha convertido en el paradigma de la lucha por la opinión frente al poder totalitario.
La realidad parece que fue un poco más prosaica. Pues el que de verdad se enfrentó con la Inquisición fue Giordano Bruno (un astrónomo fundamental para que Copérnico plantease su modelo), tanto que este sí fue quemado en la hoguera.
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Galileo, aplicando el dicho aquel de que cuando veas las barbas de tu vecino remojar.... reconoció de forma más que rápida que la iglesia tenía razón y que el Sol giraba, y muy bien, alrededor de la Tierra. Lo de "y sin embargo se mueve" (refiriéndose, se supone, al movimiento de la Tierra en torno al Sol), es una cita de un libro anterior al juicio, titulado Dialogo dei due massimi sistemi del mondo.
Renegar de los datos científicos frente a la amenaza de la religión le valió no arder en la hoguera como otros, aunque no le libró de pasarse el resto de su vida en arresto domiciliario.
Pero volvamos nuevamente a los griegos clásicos.
Porque ya en su época Jenófanes, sacó los pies bien fuera del tiesto. Él es el primero en pasar de los modelos de explicación basados en los mitos que eran verdades absolutas para los filósofos anteriores. Y también de los primeros en usar, y recomendar, la observación de lo que se puede ver para explicar lo que no se puede ver.
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Y Ptolomeo, un poco más tarde, quien, aunque se quedó con el sambenito del geocentrismo, hizo más cosas. Marcó el rumbo de los cartógrafos incluso siglos después de su muerte. En la época medieval se solía poner el este en la parte de arriba del mapa (posiblemente para indicar la salida del sol). Sólo cuando los textos de Ptolomeo se tradujeron masivamente al latín, se descubrió que su cartografía era mucho más precisa al situar el norte arriba.
¿Y por qué Ptolomeo puso el norte arriba? Porque su mundo era el Mediterráneo, más ancho que alto, por lo que esa distribución "quedaba" mejor para ser representada en los rollos que se usaban entonces.
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Por otro lado, los cartógrafos medievales tenían dificultades para trasladar la geografía tridimensional de la esfera que sería la Tierra, a las dos dimensiones del pergamino. Algo que ya sabía hacer mejor Ptolomeo. Así que hubo que esperar a que se tradujeran sus libros al latín para volverlo a saber.
Y además, está el efecto sobre el curso de la Historia del echo de que Ptolomeo rechazó la medida de Eratóstenes de la circunferencia de la Tierra (muy precisa) escogiendo la de Posidonio (más pequeña).
Un error que estaría en el origen de la elección de Colón de la ruta marina hacia el oeste para alcanzar las tierras asiáticas por un camino más corto que el terrestre hacia el este. Y las consecuencias de esa elección están bien claras.
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