Ir al contenido principal

Science and its times. Vol 2. 700 to 1499 (Parte 15)


Otro que tampoco estaba muy convencido de las ideas astronómicas geocentristas era Petrus Peregrinus (Pierre de Maricourt), como resultado de sus estudios sobre los imanes.

http://pioneros.puj.edu.co/biografias/img/petrus%20peregrinus.gif
El problema es que en aquella época, siglo XIII, no era buena idea presumir mucho de ir contra lo que mandaba la secta cristiana: sólo era cierto lo que provenía de la revelación de la biblia y la argumentación (que no crítica) de la tradición. Los partidarios de la experimentación y la observación no eran muy bien vistos. Además, tenían cierta tendencia a la combustión "espontánea" tras ser acusados de brujería.

Bacon tuvo más suerte y sen vez de arder se pasó unos cuantos años en prisión por ese motivo, oficialmente acusado de herejía. Y, por cierto, consideraba a Peregrinus uno de los dos matemáticos más perfectos y el único escritor en latín en darse cuenta de que la base de la certeza en ciencia debía ser la experimentación en vez de la argumentación.

Por eso se podría considerar a Peregrinus como el primer científico experimental, tres siglos antes de la denominada revolución científica, que estableció el método experimental como la prueba definitiva de la verdad científica. Algo que todavía no todo el mundo tiene claro.


Un ejemplo de que la idea de la parsimonia debería haberse establecido mucho antes es que habría evitado el modelo cosmológico de 27 esferas de Eudoxo, sólo porque había que mantener a la Tierra en el centro del Universo. Algo que posteriormente Aristóteles complicó todavía más, añadiendo 22 nuevas esferas, que él consideraba realmente existentes.

http://ottawa-rasc.ca/features/mayPlanets/geoCen.gif


Ptolomeo (el griego Klaudios Ptolemaios) no abandonó ese prejuicio geocéntrico aunque simplificó el asunto de las múltiples esferas eliminado otra de las condiciones: que todas esas esferas fueran concéntricas en la Tierra. Eliminó esferas, pero montó un pollo de cuidado.

Para ello tuvo que idear las órbitas excéntricas (la deferente) y los epiciclos, porque así se "explicaría" el aparente retroceso de las órbitas de algunos planetas. Y añadir el llamado punctus equans, simétrico a la Tierra respecto al centro de la deferente, para "explicar" las diferencias en las velocidades de rotación.

Añahttp://www.mlahanas.de/Greeks/images/PtolemyOrbit.gifdir leyenda


Un ejemplo de cómo hay que complicarse la vida por no cuestionar lo establecido. Al final resultaba un modelo tan complejo que no pudo (o no quiso) someterlo a las pruebas experimentales, correlacionando  las suposiciones de su modelo con medidas astronómicas reales.

Hubo que esperar casi un milenio para que los astrónomos árabes demostraran que el punctus ese era un artificio imposible en este Universo. Aún así, los árabes tampoco rechazaban el geocentrismo aristotélico, que conste.

Fue en el observatorio de Maragha, allá por los siglos XII-XIII cuando se consiguieron los modelos que explicaban lo mismo que el de Ptolomeo pero usando sólo órbitas circulares de movimiento uniforme.






En ese observatorio se diseñaron instrumentos que luego usaría Copérnico (parece ser que también sobre las mismas zonas del cielo) para echar abajo el geocentrismo. Pero esa es otra historia.

Otra cosa que tienen en común, tal vez más importante, es el planteamiento científico de cuestionar lo establecido y buscar en los modelos explicativos una coherencia interna, tanto lógica como matemática que pueda ser interpretada y medida físicamente. Y aunque no hay pruebas definitivas, tales razonamientos comunes y usos de instrumentos similares podrían ser algo más que una coincidencia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El gen egoísta (9)

El capítulo 9 se titula La batalla de los sexos . No voy a resumirlo porque es demasiado denso para hacerlo de una forma eficaz. Son muchas las teorías y explicaciones que da. El resumen sería casi tan extenso como el propio capítulo. Además, en amplias notas al pié, de varias páginas cada una, matiza, amplía e incluso rebate lo que estaba originalmente escrito. En un largo resumen final , indica lo siguiente (matizado por las notas, en una de las cuales incluso dice que teorías que daba por incorrecta cuando escribió la edición original pueden "exigir incluso un cambio radical en nuestra concepción de la evolución de la conducta, un cambio radical en nuestra concepción de muchas de las cosas analizadas en este libro...significa que teorías de insensatez casi ilimitada no pueden ser ya descartadas por sentido común"): "Los diferentes tipos de sistemas de procreación que encontramos entre los animales... pueden ser comprendidos en términos de conflicto

Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 7)

Otro debate de esa época interesante fue el de la generación espontánea. Este sí con más entidad “científica”, pues ambos bandos se basaban en experimentos reales, no en creencias religiosas. Aunque la religión también tuvo que meter baza. Pero fue un debate que puso, y pone, de manifiesto la importancia de diseñar cuidadosamente los experimentos que soporten nuestras ideas. Porque los que realizaron el naturalista francés Georges Buffon y el microscopista inglés John Turbeville parecían demostrar la validez de la generación espontánea. Pero fueron los experimentos mejor diseñados por el fisiólogo italiano Lazzaro Spallanzani los que mostraron los errores experimentales de los otros. Porque es así, como ha ocurrido siempre, el funcionamiento de la ciencia: repetir los experimentos de otros para comprobar su validez Pero empecemos por el principio. Según la teoría de la generación espontánea , es posible que surjan seres vivos a partir de materia muerta. Una idea que no

Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 6)

De entre los debates que hubo en la Ilustración, uno de los que más tinta hizo correr fue el de cómo se producía el desarrollo de los embriones. Por un lado estaba la explicación que se basaba en el vitalismo, llamada de la “ preforma ”; y por el otro el que utilizaba el racionalismo, denominado “ epigénesis ”. Desgraciadamente, la falta de calidad de los microscopios de la época por un lado, y las “verdades” de la religión, por otro, dieron alas a ese debate que visto hoy en día parece hasta ridículo. Pero realmente, este llamado “gran debate” lo que deja claro es la influencia de los prejuicios y dogmatismos religiosos sobre el razonamiento científico. Aún en contra de las evidencias que se mostraban ante los ojos de los científicos creyentes. Unos prejuicios y dogmas que eran más poderosos que las pruebas experimentales, parasitando las “explicaciones” e “hipótesis”. http://images.fineartamerica.com/images-medium-large/2-preformationism-18th-century-science-source.jpg