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Science and its times. Vol 2. 700 to 1499 (Parte 10)


A todos nos suena lo de la trepanación, no de las películas gore, sino como técnica quirúrgica antigua. Se basaba en la idea de que las enfermedades mentales eran producidas por demonios que se liberaban haciendo un agujero (y a veces un señor agujero) en el cráneo. Y los tontos de los demonios, al ver el agujerito, salían disparados.

En fin.

Lo triste es que no sólo se hizo en la analfabeta y cristiana Europa, sino en casi todas partes, por ejemplo en el Perú de los incas.


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Por su parte, el famoso Galeno, de tan gran influencia, consideraba la histeria, con síntomas de dolor y dificultades respiratorias, como un problema de las mujeres que no le daban uso a su útero (o sea que no eran madres). El nombre de histeria, proviene del griego ὑστέρα  que significa matriz, útero. Dado el "origen" de la enfermedad, la solución propuesta por Galeno era obvia: casarse (parece ser que fornicar sin vínculos no valía).

Y todo fue a peor a partir del siglo V, cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Sacro Imperio Romano y el "alma" pasó a tener preferencia sobre el cuerpo. Y tampoco tuvieron mucho empacho en parasitar usos y costumbres populares para incorporar los rituales de otras religiones previas o incluso paganas en la doctrina cristiana.

A partir de las enseñanzas de Galeno, las enfermedades mentales quedaron clasificadas en cuatro tipos: histeria, manía, melancolía y fatuidad (falta de razón o entendimiento, según la RAE). Por supuesto, son cuatro enfermedades porque se relacionaban con los cuatro humores, desmadrándose uno en cada caso.

Y de ahí a considerar la influencia astral, sólo hay un paso. El que nos lleva a llamar, todavía hoy, lunáticos a los locos, por ejemplo. 

Decía que todo fue a peor con la influencia del cristianismo, porque por su culpa la enfermedad mental pasó a ser un signo de maldición divina o posesión demoníaca. Así que a los locos se les consideraba brujas o endemoniados y la "cura" inmediata era la hoguera. Afortunadamente, a algunos les salvó el pellejo que se les considerara como niños, dignos de compasión en vez de purificación ígnea.

Qué diferencia con el islám, que, por centrarnos sólo en España, se dedicó a construir hospitales como en Granada (1365), Valencia (1407), Zaragoza (1425), Sevilla (1436), Barcelona (1481) o Toledo (1483).

Bueno, en Europa también había hospitales para los enfermos mentales. En 1247, se estableció en Londres el hospital de Santa María de Belén para los "privados de razón". Allá por 1403 tenía 6 internos y luego fue creciendo hasta convertirse en una locura y en un lugar insalubre: enfermos encadenados y en condiciones miserables. La situación debía ser tan terrible que el nombre inglés Bethelem derivó en bedlam, como sinónimo de infierno o situación caótica y sin esperanza.

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Y en otras partes, la locura adquirió un carácter más festivo, originándose las denominadas fiestas o banquetes de locos. En ellas, la gente "normal" se desmelenaba, con lo que se terminaba borrachos y follando. Una manera muy sana de transgredir las férreas intolerancias religiosas.

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Aunque la iglesia siempre tenía recursos para acusar a los enfermos mentales de ser a causa de plagas y pestes, además de originar herejías varias. Así, en 1484 el papa Inocencio VIII declaró que Alemania estaba llena de brujas que había que cazar. Y eso se hizo los siguientes 3 siglos, por no reconocer que el origen de esa caza era la envidia de los mucho que fornicaba el populacho (como si los religiosos no hicieran lo mismo), disfrazada de acusación de posesión demoníaca.

Resultado: unas 50000 personas, principalmente mujeres, fueron salvajemente torturadas y asesinadas (casi siempre en ese orden). ¿La prueba de que eran brujas? El llamado "stigmata diaboli", la marca del diablo (de donde viene la palabra estigma), que era una magnífica excusa de los curas para desnudar a las mujeres. Porque ya se imaginan en que partes se ocultaba la marquita de marras.

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