Ir al contenido principal

Evolution, creationism and ID (7)

CHARLES DARWIN Y LA REVOLUCIÓN DARWINIANA

DESARROLLOS A PARTIR DEL DARWINISMO

También hubo entusiastas partidarios desde el principio: Karl Vogt incorporó la evolución a sus clases universitarias; Th. H. Huxley fue todavía más acaloradamente defensor de Darwin, y su libro Man's place in nature (1863) hizo la labor divulgativa que precisaba la teoría.

Ver las imágenes de origen
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/2/2e/T.H.Huxley%28Woodburytype%29.jpg

Otra ayuda imprescindible la proporcionó la paleontología y sus cada vez más abundantes fósiles encontrados por todas partes. Incluso con el Hombre de Java como candidato a eslabón perdido entre los humanos y sus ancestros, aunque quedó en nada (era un Homo Erectus).

Pithecanthropus erectus-PeterMaas Naturalis.jpg
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/e2/Pithecanthropus_erectus-PeterMaas_Naturalis.jpg/800px-Pithecanthropus_erectus-PeterMaas_Naturalis.jpg

En esa potenciación de la labor paleontológica destaca el alemán darwinista  E. Haeckel, quien de paso inventó el término ecología.

Ver las imágenes de origen
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/81/Ernst_Haeckel_5.jpg

Un debate interesante de la época fue alrededor del lugar de aparición de los humanos. Muchos restos provenían de África pero también en otras partes (el Hombre de Java, el Hombre de Pekín...). Ahora, mal que le pese al facherío mundial, el ser humano parece que claramente surgió en África.

También pronto empezó a relacionarse el darwinismo con aspectos sociales, sobre todo en Alemania. L Büchner publicó en 1855 Fuerza y materia: Estudios empiricofilosóficos (Kraft und Staff: Empirich-naturalphilosophische Studien) en el que se aceptaba la evolución, pero con el ser humano como culmen y sin necesidad de que continuase. Por tanto, el ser humano no estaría a merced de ls la lucha por la existencia.

Evidentemente, cada uno arrima el ascua a su sardina, como se verá en el capítulo siguiente sobre el darwinismo social y su degeneración eugenésica.

LA SÍNTESIS NEODARWINIANA

La teoría de Darwin tenía sus lagunas: No era capaz de explicar la herencia ni los cambios bruscos. Tuvo que inventarse la pangénesis (ahora más de moda en cosmología) mediante unas partículas que transmitirían la información de una generación a la siguiente. Es lo que tiene que ni siquiera se hubiera inventado la palabra genética.

Además, todavía muchos partidarios de la evolución seguían pensando (es lo que tiene el empapamiento de siglos de la religión en todos los ámbitos de la vida) en que tenía que haber un propósito para la misma; que la evolución tenía que tener un camino, una guía y un fin. La selección natural, así a pelo y  con sus implicaciones, no hacía mucha gracia, por ejemplo, a H. Spencer (quien fue el inventor, y no Darwin, de lo de la lucha por la existencia). Esas ideas se resumirían en el concepto de ortogénesis, más usado por teólogos que científicos, en su casi irritante manía de meter a su dios como causa y final de todo lo que no pueden vencer.

Pero tuvo que ser un monje austríaco, G. Mendel el que volviera a poner en su justo lugar a una evolución de la que se estaban apoderando todos para sus causas particulares. Allí en su monasterio y con sus guisantes, descubrió las leyes de la herencia.

Ver las imágenes de origen
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/ba/Gregor_Mendel_2.jpg

Desgraciadamente poco caso le hicieron; ni el propio Darwin, a quien le mandó sus escritos. Hubo que esperar a su redescubrimiento por parte de gente como H. de Vries, quien acuñó el término mutación para describir las rápidas variaciones no evolutivas que se podían heredar. También gente como W. Bateson, quien consideraba que la selección natural sola no era suficiente para la formación de nuevas especies (él acuño el término genética).

Ver las imágenes de origen
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/8b/William_Bateson.jpg/170px-William_Bateson.jpg

Aún así hay capítulos oscuros en esto de la genética y su relación con la evolución. Uno de los más trágicos es el caso del austríaco P. Kammerer y su intento de demostrar la pervivencia del Lamarkismo. La historia de sus sapos parteros es bien conocida: Esa especie se aparea en tierra y el macho retira los huevos de la hembra y se los lleva en sus patas. Dado que no se aparean en el agua,  los machos no necesitan agarres (almohadillas nupciales).

Ver las imágenes de origen
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/26/Paul_Kammerer.jpg/170px-Paul_Kammerer.jpg

Así que Kammerer pretendía demostrar la herencia de los caracteres adquiridos haciendo aparearse a los sapos parteros en el agua, de tal manera que su descendencia terminaría teniendo las dichosas almohadillas de agarre. Sus resultados fueron detectados por W. Bateson como fraude al encontrar tinta inyectada en las patas de los sapos para que pareciera que iban teniendo las almohadillas.

Aquí la historia ya depende de quién la cuente: Unos dicen que sus ayudantes querían desprestigiarle; otros sostienen que esos mismos ayudantes, viendo su interés por el asunto y que no avanzaba, quisieron de buena fe ayudarle. El caso es que parece ser aceptado que el fraude no partiría del propio Kammerer (aunque no sería el primero que por demostrar sus ideas hiciera lo que fuese). La cosa terminó muy mal, pues aunque había aceptado irse a la Universidad de Moscú, donde la dictadura estalinista era muy partidaria de Lamark (sólo hay que ver la desgracia que supuso para la Unión Soviética el iluminado de T. Lysenko), terminó suicidándose.

En cualquier caso, la llamada síntesis neodarwiniana de los años 1930 sería la clara vencedora del asunto. Incluso con soviéticos emigrados como Th. Dobzhansky y su explicación sobre la influencia de la geografía en la complejidad genética de una población. O como su discípulo E. Mayr y el aislamiento geográfico como forma de emergencia de nuevas especies. Otros, como G. Gaylor Simpson combinaron la paleontología con la genética para explicar la macroevolución.

La biología molecular y el ADN hicieron el resto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El gen egoísta (9)

El capítulo 9 se titula La batalla de los sexos . No voy a resumirlo porque es demasiado denso para hacerlo de una forma eficaz. Son muchas las teorías y explicaciones que da. El resumen sería casi tan extenso como el propio capítulo. Además, en amplias notas al pié, de varias páginas cada una, matiza, amplía e incluso rebate lo que estaba originalmente escrito. En un largo resumen final , indica lo siguiente (matizado por las notas, en una de las cuales incluso dice que teorías que daba por incorrecta cuando escribió la edición original pueden "exigir incluso un cambio radical en nuestra concepción de la evolución de la conducta, un cambio radical en nuestra concepción de muchas de las cosas analizadas en este libro...significa que teorías de insensatez casi ilimitada no pueden ser ya descartadas por sentido común"): "Los diferentes tipos de sistemas de procreación que encontramos entre los animales... pueden ser comprendidos en términos de conflicto

Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 7)

Otro debate de esa época interesante fue el de la generación espontánea. Este sí con más entidad “científica”, pues ambos bandos se basaban en experimentos reales, no en creencias religiosas. Aunque la religión también tuvo que meter baza. Pero fue un debate que puso, y pone, de manifiesto la importancia de diseñar cuidadosamente los experimentos que soporten nuestras ideas. Porque los que realizaron el naturalista francés Georges Buffon y el microscopista inglés John Turbeville parecían demostrar la validez de la generación espontánea. Pero fueron los experimentos mejor diseñados por el fisiólogo italiano Lazzaro Spallanzani los que mostraron los errores experimentales de los otros. Porque es así, como ha ocurrido siempre, el funcionamiento de la ciencia: repetir los experimentos de otros para comprobar su validez Pero empecemos por el principio. Según la teoría de la generación espontánea , es posible que surjan seres vivos a partir de materia muerta. Una idea que no

Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 6)

De entre los debates que hubo en la Ilustración, uno de los que más tinta hizo correr fue el de cómo se producía el desarrollo de los embriones. Por un lado estaba la explicación que se basaba en el vitalismo, llamada de la “ preforma ”; y por el otro el que utilizaba el racionalismo, denominado “ epigénesis ”. Desgraciadamente, la falta de calidad de los microscopios de la época por un lado, y las “verdades” de la religión, por otro, dieron alas a ese debate que visto hoy en día parece hasta ridículo. Pero realmente, este llamado “gran debate” lo que deja claro es la influencia de los prejuicios y dogmatismos religiosos sobre el razonamiento científico. Aún en contra de las evidencias que se mostraban ante los ojos de los científicos creyentes. Unos prejuicios y dogmas que eran más poderosos que las pruebas experimentales, parasitando las “explicaciones” e “hipótesis”. http://images.fineartamerica.com/images-medium-large/2-preformationism-18th-century-science-source.jpg