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Science and its times. Vol 3. 1450 to 1699 (Parte 23)

No se puede despreciar de forma absoluta a la alquimia. Evidentemente está actualmente muy sobrevalorada como saber "oculto", pero en sus buenos tiempos se trataba de la mejor manera que encontraron algunos científicos de avanzar en el conocimiento de la química. Porque fue cuando se eliminaron los componentes esotéricos y se potenció el método científico y la experimentación, cuando la alquimia se transformó en química.

Bien es verdad que originariamente poco hicieron los alquimistas por tener buena imagen. Guardar sus estudios en textos llenos de simbolismos (llamar al mercurio león verde y cosas así, por ejemplo) y hacer circular sus escritos de forma secreta no ayudó mucho. Y que la Inquisición te torturase salvajemente o te plantase fuego atado a un palo, tampoco. Porque la Inquisición ya empezó sus tropelías en el siglo XIII.

Por supuesto, los alquimistas partían de los conocimientos de la época y, así, seguían la teoría de los cuatro elementos que provenía de los griegos (tierra, aire, agua y fuego) y esos componentes, en sus proporciones correspondientes, formarían cualquier cosa, desde el oro a una rana. Por tanto, el objetivo de la alquimia sería conocer esas proporciones y poder variarlas para transformar una sustancia en otra. La famosa transmutación.


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La verdad es que se empeñaron con lo del plomo en oro, que no es posible. Pero sí hay en química cuántica un proceso llamado así, transmutación, por el cual un isótopo radiactivo, al emitir radiación, se transforma en otro elemento.

http://chemwiki.ucdavis.edu/@api/deki/files/16121/20.17.jpg


Pero la luz de la ciencia también llegó al oscuro mundo de la alquimia. Y ya en el siglo XVI el alemán Andreas Libavius escribió lo que se podría considerar un primer libro de texto de química, al recopilar los conocimientos de la alquimia con un lenguaje no simbólico.

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/ff/ALCHEMIA._ANDREAE_LIBAVII.gif

Pero uno de los momentos decisivos fue en 1661 cuando el irlandés Robert Boyle publicó El químico escéptico, donde desmontaba la teoría de los cuatro elementos. Un ejemplo de la composición de una sustancia por los cuatro elementos se pondría de manifiesto con la madera quemándose. Según ellos, cuando la madera ardía generaba fuego, el humo sería el aire y el líquido que quedaba al final del proceso sería el agua. Las cenizas finales representan la tierra. Pero Boyle contra-argumentaba que eso era una excepción y que la gran mayoría de las sustancias no se pueden descomponer en esos cuatro "elementos" al quemarse. Y que otras parecían descomponerse en más de cuatro elementos.

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Tal vez el problema fuese que los alquimistas, con tanto símbolo y secreto terminaron introduciendo elementos místicos en sus explicaciones y basando todo su razonamiento en la "lógica". Boyle señalaba que la experimentación también contribuía a la explicación. Aunque realmente no renunciaba a la teoría de los cuatro elementos completamente, consideraba que debía ser la experimentación la que los descubriese. Y tampoco le gustaba el estilo simbólico y oscurantista de los escritos alquímicos, porque creía que escribir de forma oscura era signo de que no se entendía sobre lo que se estaba escribiendo.
Y tampoco inventó nada excepcional. La física ya estaba usando el método experimental que él pedía se usara en la alquimia.

Equiparando ambas formas de conocimiento de la realidad, Boyle estableció un mejor nivel de aceptación social de los "químicos", al mismo nivel que los físicos ya disfrutaban. Con ello también se redujo la "necesidad" del secretismo. Los nuevos químicos no precisaban del esoterismo ni de la religión para sus estudios. Se contentaban con estudiar la materia, sus cambios y buscar las reglas (a semejanza de las leyes físicas y matemáticas) de esos procesos, basándose en el método, el razonamiento y la observación.

Antes de Boyle casi toda la alquimia se basaba en quemar (con lo que se obtuvieron muchos y muy buenos avances, como la destilación), pero él consideraba que debería haber otros métodos para analizar la naturaleza de la materia: colorimetrías (como los actuales indicadores ácido-base en función del color), cristalografía,...

Y algo más importante: los químicos se dieron cuenta de que un lenguaje claro y preciso era mucho más útil en la comunicación con sus colegas. Y de ahí se pasó a la nomenclatura estandarizada para procesos e instrumentos. Tener un único nombre para cada cosa facilita mucho la tarea. Boyle pensaba que la manera lógica de nombrar una sustancia era a partir de su composición. En su época no tuvo mucho éxito, pues poco se conocía de la composición real de muchas sustancias. Pero esa es la manera como la química posterior lo hizo.

Poco a poco la química llegó a las Universidades. El primer laboratorio de química estuvo en la Universidad alemana de Jena (Guerner Rolfink) en el siglo XVII. Y un poco antes ya había clases de química en la Universidad de París (Nicolas Lemery), a las que parece que asistía muchísima gente. En 1673 se abrió el Departamento de Química en la Universidad francesa de Montpellier; en Oxford, en 1683; en las holandesas de Utrech en 1694 y Leyden en1702; en Cambridge, en 1703.

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