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Science and its times. Vol 3. 1450 to 1699 (Parte 12)

Se supone que el conocimiento es el mejor antídoto contra los charlatanes y sus necesarios crédulos. Pero visto que en la actualidad los charlatanes siguen viento en popa, debido a que sigue habiendo crédulos suficientes, no debería extrañarnos lo que pasaba en otras épocas. Lo que pasaba entonces podemos "disculparlo" con la falta de formación, conocimientos y educación. Lo que pasa ahora simplemente es la prueba de que todavía nos falta mucha evolución.

Porque en la época del Renacimiento se vivió una gran explosión del conocimiento, pero los barberos que practicaban la cirugía usaban los mismos instrumentos para una operación  que para cortar el pelo. Aunque cuando el único remedio para la mayoría de las enfermedades y lesiones era sangrar al paciente, tampoco se podía pedir mucho más.

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Evidentemente, la teoría galénica decía que había que liberar el humor sanguíneo para conseguir la curación. Lo tenían tan asumido que se podía llegar a sacar medio litro de sangre!

Pobres barberos. Tenían que lidiar con la sangre porque los médicos eran demasiado finos para ensuciarse. Además, ya desde el siglo XIII un edicto papal prohibía a los monjes derramar sangre, con lo que se les cerraban puertas para la práctica de la medicina. Así que parece que fueron pasando sus conocimientos de anatomía y medicina a los barberos que iban a los monasterios a afeitarles y cortarles el pelo. Y dado que en aquel entonces las leyes que regulaban la práctica médica se limitaban a unas cuantas prohibiciones y a que los barberos hacían sus "operaciones" en público, no tardaron mucho en aparecer los aprovechados charlatanes mostrando sus "habilidades" en plazas y ferias, tanto sacando muelas como extrayendo piedras de los riñones.

incluso hubo alguno que se hizo famoso, como el francés Jacques de Beaulieu. El muchacho se vestía de fraile (de ahí posiblemente la famosa canción infantil Frère Jacques) y se ganó su expulsión de Francia por el éxito que tenía en matar pacientes enfermos de piedras en el riñón.

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Está claro que en épocas malas la gente se busca cualquier medio para sobrevivir. Si los barberos-ciirujanos eran lo más bajo en el escalafón médico, los farmacéuticos y herbalistas (si se dice así a los que usaban plantas) no eran mucho mejor considerados. Los farmacéuticos fabricaban los remedios indicados por los médicos y muchos de ellos además practicaban la alquimia. Los herbalistas, habitualmente mujeres consideradas brujas, no sólo usaban hierbas sino también partes de animales (incluyendo sus cacas). Evidentemente, su método era el de prueba-error: si el paciente se recuperaba, anotaba qué era lo último que le había dado (para usarlo con otros); si el paciente palmaba, esperemos que también lo anotara para no volver a usarlo (o sí, quién sabe). Por tanto, es normal que en alguna ocasión apareciese una poción de esas que tuviese algún efecto positivo. Ahora bien, seguramente nunca sabremos cuantos resultados negativos hubo!

Uno de los efectos positivos tiene sabor español. La Condesa de Chinchón, que era la mujer del Virrey de Perú, se curó de malaria bebiendo una poción hecha de extracto de la corteza del arbol quina-quina- La noticia se extendió por toda Europa y a la bebida se le llamó chinchona. Ahora tienen un nombre más fino, quinina, y se sigue usando en la prevención de la malaria. En cambio, quién encontró esas propiedades de la corteza del árbol no es tan famoso.


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Pero no todos esos mejunjes tuvieron tanto éxito. Eso sí, todos siempre con un toque exótico, para que "colasen" mejor. Así, había la "mumia", que se supone que estaba hecha de restos de momias egípcias. Algo tan exótico, y caro, se "recetaba" casi como remedio universal por sus poderes místicos. Y era tal la demanda que los charlatanes utilizaban restos de delincuentes ejecutados para fabricarla.

Evidentemente la falta de conocimientos sobre la naturaleza y origen de las enfermedades es un buen caldo de cultivo para la charlatanería y las prácticas poco recomendables. Y en muchas ocasiones el paciente lo que precisa es la esperanza de curación que le permita seguir adelante. Pero el misticismo y el curanderismo no son solución para esto, por lo que habría que reflexionar sobre el obstáculo al avance médico de este tipo de prácticas. En los siglos XV y XVI las supersticiones y la creencia en los demonios como origen de los males humanos (y de las catástrofes naturales) eran casi unánimemente aceptadas. Así que pobres epilépticos y enfermos mentales.

Y esta ignorancia le vino como anillo al dedo a los curas y demás religiosos. Qué manera más fácil de tener al rebaño controlado! Así que toma rezo y exorcismo para curar el alma, causa de los males del cuerpo.

Dado que no hay nada mejor que tener la exclusiva sobre la curación de los males, no se puede permitir la competencia sanadora espiritual. Así que en pleno Renacimiento comienza la persecución de la brujería. Seguramente, muchas de las personas acusadas de brujería serían simplemente desgraciados enfermos ellos mismos, y otros simplemente porque sus remedios no curaban. Los que tenían suerte eran ejecutados rápidamente. Los que no, eran sometidos a exorcismos, torturas, vejaciones, encarcelamiento y, como evidentemente el inexistente demonio no aparecía, finalmente quemados en la hoguera.
Los enfermos mentales (los pobres, claro, a los ricos se les llamaba de otra manera) tuvieron que esperar hasta casi el siglo XIX para que la medicina científica les tuviera en cuenta como pacientes, gracias al médico francés Philippe Pinel, que así los consideró en sus escritos. No es que les fuera mucho mejor, pero al menos pasaron de endemoniados a lunáticos. Una diferencia ente la vida y la muerte!


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Pero esa es otra historia. Lo de la época es la costumbre de llevar amuletos, colgantes y las "propiedades" de los ajos y las cebollas para alejar a los demonios.

Y poco a poco las cosas fueron cambiando. Se conocieron los errores de la medicina galénica, se volvió a textos más precisos de Hipócrates, se fue permitiendo la disección de cadáveres humanos y proliferaron las escuelas de medicina y el método científico. Pero aún así, la charlatanería y la superstición siguen con muy buena salud! 

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