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10 questions science can't answer (yet). A guide to scientific wilderness (Parte 5)


El capítulo 2 está dedicado al tiempo. Un asunto interesante pues permite desbarrar tal que así:
 You can use the existence of time, for a start, to prove that nothing is real. The past is as dead as those who no longer live, no more real than your dreams, right? And the future has not happened yet. So all that is to come is, again, imagination. All that is real, therefore, is that infinitesimal sliver of time between past and present, which of course amounts to nothing, because as time never stops that sliver has zero thickness. So, time is real, but nothing else is.

Esta sería la paradoja del presentismo, según la cual como en cada momento el presente se convierte en pasado y el futuro aún no llegó, se puede deducir que nada existe fuera de ese presente infinitesimal. O sea, nada es presente, pues ese infinitésimo está a su vez compuesto de presentes todavía más infinitesimales y así hasta reducción al absurdo. Una discusión ideal mientras se toman unas cervezas una noche de verano.

La clave de la naturaleza del tiempo estaría en que algo sigue a otra cosa: futuro causal (o sea primero la causa y luego el efecto). Y además no es reversible: la flecha del tiempo tendría un único sentido, originado en el Big Bang. En cualquier caso, parece que el segundo principio de la termodinámica y su jodida entropía apoya ese único sentido. Pero ya sabemos cómo son los físicos cuando quieren enredar las cosas.

El problema con las teorías del tiempo es que son muy difíciles de experimentar: comprobar si la teoría de las cuerdas es cierta (¿una simplificación de la teoría M, o es al revés?) precisaría un acelerador de partículas del tamaño de un continente para alcanzar las energías necesarias.

En un experimento para determinar cómo se aprecia el paso del tiempo a los participantes se les pide que indiquen cuando se producen dos eventos separados por muy poco tiempo.  Aciertan bien notando la diferencia entre los eventos, es decir, saben el  momento en el que ocurre cada uno y que entre ellos pasa un tiempo. Pero cuando esos eventos se separan sólo la mitad del primer tiempo ya les parece que no se cumple el principio de causalidad y creen que el segundo ocurre antes que el primero.

La explicación puede ser muy compleja y permite filosofar sobre la naturaleza del tiempo. Pero a lo mejor es que el cerebro no es tan gran cosa como creemos y también tiene sus defectos. A fin de cuentas, el cerebro siempre necesita un tiempo de reacción desde que recibe el estímulo hasta que entiende qué pasó. Y el cerebro no es un automatismo ni un instrumento de precisión, es un sistema orgánico que funciona mediante impulsos eléctricos originados por reacciones químicas (las neuronas, los neurotransmisores y todo eso) que no son perfectas: las conexiones eléctricas fallan y las reacciones químicas no siempre dan el producto buscado o en la cantidad precisa. Todos sabemos que cuando miramos varios puntos inconexos e cerebro busca líneas imaginarias de conexión para que sea una figura reconocible, o “detecta” formas en manchas (pareidolia), o voces en sonidos modulados.

 El cerebro puede haber tomado como punto “cero” el tiempo de retraso en el primer experimento, por lo que en esa escala un tiempo menor es detectado como anterior. Sería algo semejante al poder de resolución: no se puede medir con precisión algo más pequeño que el propio sistema de medida. Si un cronómetro está calibrado para medir segundos, una décima antes del primer segundo la tomará como cero.

Está claro que todos tenemos la idea de "tiempo", pero al mismo tiempo tendríamos dificultades para describirlo en ciertas situaciones (como casi todo en esta vida: prueben a discutir sobre bueno-malo). El problema del tiempo es la dificultad para su experimentación, la base del pensamiento científico y lo que determina la certeza o no de una teoría. Y con el tiempo, con del inmensamente pequeño y con el inmensamente grande, experimentar es muy difícil.

Pero para eso está la ciencia, hombre. Para dar certezas de lo verdaderamente importante. Si no quiere romperse la cabeza, tiene a la religión esperando para darle una explicación a todo. Eso sí, no se le ocurra preguntar "por qué", que eso de preguntar no es de gente religiosa.

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