En esta introducción se cuenta un echo curioso. Allá por el siglo XIX el médico S. Cartwright publicó en una revista científica de New Orleans sendos artículos sobre dos enfermedades que descubrió: La Drapetomanía, cuyos síntomas eran los incontrolables impulsos de los esclavos por escaparse; la Dysaethesia aethiopica, caracterizada por el comportamiento irracional de los esclavos que les hace desobedecer a sus amos. La cura para ambas enfermedades: una buena ración de latigazos.
Es decir, ¿cuánta influencia tiene el entorno cultural en lo que se investiga, en cómo se investiga y en lo que se publica y llega no sólo al círculo de los profesionales del ramo sino al público en general? Como ya se comentó: el científico no está en una torre de marfil, sino que pertenece a la sociedad y bebe de las mismas fuentes. Lo triste es que no tenga una altura de miras mayor que le sitúe por encima de los prejuicios y la ignorancia del resto. Esa es la misión del científico: estar a la vanguardia de la sociedad. No sólo los geniales o los que rompen con lo anterior y crean un paradigma nuevo, también los que aplican los conocimientos y los que hacen la ciencia del día a día. La formación que recibe un científico implica esa responsabilidad.
Evidentemente hay gente de ciencia estúpida en otras facetas de la vida (envidiosos, machistas, soberbios, borrachos), y también los hay que no tienen ningún impedimento moral en trabajar en aquello que saben perfectamente es incorrecto. Hay cientos de científicos en la industria tabaquera y han sido científicos los que han desarrollado bombas. En otras épocas se han podido buscar excusas o motivaciones políticas o patrióticas. Los habrá que hayan trabajado bajo amenazas. Pero hoy en día ningún científico puede tener el imperativo de trabajar en proyectos que sabe inmorales. ¿Porqué lo hacen entonces? Sus respuestas serán las mismas: no hay otra cosa, lo hago por mi país. No, tiene que haber un convencimiento de que lo que hace es lo correcto, o un autoconvencimiento, pero no pude alegar ignorancia o engaño. Hoy en día no es posible esa excusa.
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