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El gen egoísta (4)

El capítulo 4 se titula La máquina de genes.

Recordemos que la idea es que los seres vivos somos las máquinas de supervivencia de los genes. Unas máquinas que fueron mejorando con la evolución, dando lugar a animales, plantas y a todas las especies y sub-especies existentes. Organismos que van desde simples células a lo que Dawkins llama "colonia de genes" para referirse a los humanos.

La evolución ha favorecido a las colonias de genes, debido a los beneficios de la colaboración. No por altruismo, sino por eficiencia.

En este capítulo habla del comportamiento, en el sentido de que los cuerpos animales son "vehículos buscadores de genes; máquinas de genes". Un movimiento reversible y repetible, frente al movimiento irreversible ("crecimiento") de las plantas.

Un movimiento animal posible gracias al músculo y la neurona (encargada de la transmisión a través de los nervios). Y el cerebro como ordenador central, en sus tareas de "control y coordinación de la contracción muscular". En una nota a pié de página dice: "Personalmente, anticipo que un programa de ordenador llegará a ganar al campeón del mundo [de ajedrez]. La humanidad necesita una lección de humildad". Acertó bastante: En 1997, el ordenador Deep Blue (heredero del que habla Dawkins en este libro) ganó al campeón del mundo G. Kasparov por 3'5 a 2'5 (en el primer encuentro, en 1996, el resultado fue favorable a Kasparov, por 4 a 2. Tampoco fue una derrota tan humillante para la Humanidad).

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(En el siguiente enlace pueden leer más detalles sobre el asunto, desde el punto de vista de Kasparov: https://elpais.com/deportes/2017/06/08/la_bitacora_de_leontxo/1496908568_067804.html).


Según Dawkins, la selección natural favoreció a los animales que adquirieron órganos sensoriales para "poder traducir los patrones de acontecimientos físicos del mundo exterior al código de las pulsaciones de las neuronas". Algo que según Dawkins nunca podrá hacer ninguna máquina, equivocándose por completo.

Además de los órganos sensores, se aseguraría mejor la supervivencia desarrollando la memoria y la conciencia: La "realimentación negativa". Una "máquina útil" sería aquella que mide la discrepancia entre la realidad y lo deseado, y actúa para reducir esa discrepancia. El ejemplo que usa es el regulador automático de Watt.


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Con ese ejemplo quiere señalar que aunque lo parezca, no siempre hay un deseo consciente en la modificación de un comportamiento.

Y programar una máquina (por ejemplo un programa para jugar al ajedrez) es demasiado complejo para que el programa tenga en cuenta todas las posibilidades. El mejor programa es el que introduce las reglas básicas y luego es capaz de enfrentarse con éxito a la mayoría de las opciones que se le presenten. Lo mismo harían los genes, según Dawkins.

El problema es que los genes actúan en tiempos lentos (síntesis de proteínas), por lo que su actuación es "pasiva". La programación de los genes a sus máquinas de supervivencia no es en la forma de instrucciones, sino de estrategias y trucos de supervivencia. No de forma consciente, sino que lo que sirvió antes es lo que hace que esos genes sobrevivan y lo volverán a realizar.

Pero las situaciones son realmente casi impredecibles, por lo que la evolución y la selección natural favorecieron a los organismos con capacidad de aprendizaje. Así que una de las reglas de supervivencia genética podría ser: "Si da la casualidad de que haces algo que va seguido por una de las cosas desagradables, no la repitas nuevamente pero, por otra parte, repite cualquier cosa que vaya seguida por una de las cosas agradables".

También se puede usar el concepto de la simulación para prever las consecuencias de un acto o cambio de situación. Esto también representará una ventaja frente a la selección natural, respecto a otras máquinas de supervivencia que se basen en el ensayo-error. De ahí la utilidad de la conciencia.

El resumen sería que los genes habrían programado a sus máquinas de supervivencia para que fueran los más autónomos posible. Tanto que, "Tienen, incluso, el poder de rebelarse contra los dictados de los genes...".

"Los genes son los diseñadores de la política primaria; los cerebros, sus ejecutivos. A medida que los cerebros evolucionan y se tornan altamente desarrollados, se hacen cargo, cada vez en mayor medida, de las decisiones respecto a la política a seguir y para ello utilizan trucos y simulaciones...Haz lo mejor que te parezca con el fin de mantenernos vivos".

Los genes que se equivocan en su programación, simplemente desaparecen al morir sus máquinas de supervivencia.

Dentro del comportamiento, y relacionado con el egoísmo y el altruismo, Dawkins incluye la comunicación. Como forma de influencia causal directa de una máquina de supervivencia sobre otra (aunque el propio Dawkins dice en una nota la pié que "Hoy ya no me considero tan satisfecho con este tratamiento de la comunicación animal").

Si los etólogos suelen considerar la comunicación como una forma de beneficio mutuo (que posteriormente haya podido dar lugar a abusos), Dawkins lo considera "demasiado simple". Para él, "...existe el peligro constante de que alguien explote el sistema [de comunicación] para sus propios fines" pues "...toda interacción animal involucra, por lo menos, algún conflicto de intereses".

Pero ese es el asunto del siguiente capítulo.

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