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Evolución y cristianismo (1)

El libro se titula Evolution and christianianity, en la edición de 1894, de James Iverach.


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La imagen anterior es supuestamente el autor, del que no hay página en la Wikipedia y apenas hay referencias biográficas aparte de una lista de sus obras.

En la introducción del libro se dice que en la fecha de edición es Profesor de apologética y exégesis de los evangelios, en el  Free Church College de Aberdeen (Escocia). Es decir, un profesor de religión:

  • Apologética: Según la 4ª acepción del diccionario de la RAE, "conjunto de argumentos que se exponen en apoyo de la verdad de una religión".
  • Exégesis: Tiene una única acepción según el diccionario de la RAE, "explicación, interpretación".


Efectivamente, un experto en razonar, no en demostrar. Por tanto, el libro es una serie de razonamientos que llevan a una única conclusión: Todo se debe a dios.

Pruebas? Ninguna. Las pruebas las tienen que poner los demás, él no se cuestiona en ningún momento sus prejuicios. Sus presupuestos son siempre ciertos, los de los demás tienen que ser demostrados (pero sin posibilidad de hacerle cambiar de opinión. Lo suyo es la verdad verdadera. Sólo se dedica a desmontar las afirmaciones de los demás, sin pruebas, claro).

Bien es cierto que desde un principio no niega la importancia de la Evolución, pero arrima el ascua a su sardina, aunque sea forzando el argumento.

Por supuesto, no se le puede pedir que sepa lo que ahora se sabe sobre evolución, química, astronomía y demás ciencias de las que habla en el libro.

Pero sus argumentos son los mismos que usan los actuales creyentes en el diseño inteligente.

Siendo groseros, pajas mentales y palabrería, sin aportar ni una sola prueba experimental de lo que afirman..

Yo puedo razonar, y con mucha lógica y sentido común, sobre el día a día de un unicornio. Pero por mucho que razone y especule sobre algo, no es prueba de su existencia.

Pero vayamos por capítulos... (por cierto, quedará siempre la duda de que mi interpretación del texto en inglés no sea la correcta. No controlo mucho del inglés de finales del 19).

El primero se titula Evolution and beginnings.

En 1894 ya hacía 22 años de la 6ª edición del Origen de las especies (originalmente de 1859), y desde luego estaba muy de moda. Todo el mundo pretendía aplicar el concepto a su respectivo campo: Desde los átomos (en plena efervescencia, con la mecánica cuántica de Plank ya desde 1901) hasta el Universo completo (preparándose para la revolución relativista de 1905). Dado que murió en 1922 (con 89 años), no se puede obviar que tuvo que conocer estos avances, salvo algún problema de salud que le impidiese entender su importancia (aunque podemos imaginar que podría dar una explicación cristiana de la mecánica cuántica. Dios todo lo puede, no?).

En este capítulo se refiere a la aplicación de la Evolución a las teorías cosmológicas. Evidentemente, esa ciencia, en esa época, estaba en pañales, sin apenas medios técnicos de análisis aparte de rudimentarios telescopios y el recientemente descubierto análisis espectral.

Se queja de que la Evolución ya es un "dogma de fe". Supongo que le molestará la pérdida de la exclusiva. Pero lo que le parece tan mal en la evolución, no le parece igual de mal en la existencia de dios. Será que sus dogmas de fe son más dogmas que los de los demás.

Y que el gran ser humano, y por extensión el Universo, no va a ser sólo el acúmulo de minúsculos átomos, "sus poderes y sus interacciones".

Esta es una idea básica de su argumento: La actual complejidad de la naturaleza (incluyendo el cosmos) no va a provenir de algo tan simple (eso de que los efectos son más complejos que las causas). Cómo va a existir esto sin una guía superior y sin un propósito encaminado a un final ya predeterminado?

Un ejemplo de un prejuicio asumido como prueba.

Parece que lo que realmente le molesta es que los partidarios de la evolución quieran, según sus palabras, una "absoluta sumisión. La evolución debe reinar sin rival; todo lo demás debe acomodarse a ella". Nuevamente, no quiere aplicar a los demás lo que sí acepta de sus prejuicios religiosos. El objetivo básico de este libro es dar una explicación cristiana a la atea evolución. Con lo cual hay que tener una sumisión total a los prejuicios religiosos, a los que debe ajustarse la explicación.

Bien es cierto que acepta los presupuestos de las teorías cosmológicas de su época y no duda de que el Universo tenga "cien millones de años". Otra cosa es cómo los científicos de la época, prácticamente sin pruebas experimentales, explicaban sus versiones de cómo se produjo la evolución desde el origen.

Dada la ausencia de datos e instrumentos, básicamente especulaban. Claro que el creyente Iverach quiere que le expliquen cómo de ese origen simple y homogéneo se llega a la complejidad y heterogeneidad actuales. No sabemos qué pensaba antes de morir en 1922, cuando ya hubo muchos más avances en ese campo.

Él lo tiene claro: Dios. Pruebas? No las necesita, le basta con decir que las explicaciones de los demás no le convencen. Porque no se ajustan a sus creencias y prejuicios. Prueba clara de que son incorrectas, obviamente.

A diferencia de otros, no niega la realidad de los estudios que se iban haciendo, y que daban lugar a teorías explicativas (por ejemplo, a él le gustaba la de la nebulosa primigenia que luego se iría descomponiendo en las estrellas actuales). Y que esa nebulosa primigenia estaba formada por átomos simples que luego dieron lugar a otros más complejos y a las moléculas.

En aquella época la química no había comprobado la veracidad de esas afirmaciones, y a eso se agarra Iverach para desacreditarlas. Habrá realizado alguna corrección sobre el asunto en alguna edición posterior cuando ya se sabía que eran ciertas?

Otra idea preconcebida y marcada por ser un creyente, es que del caos (que sería el estado original de esa nebulosa) no se puede esperar que salga el orden de la naturaleza que se puede observar ahora (otra cosa es que se pueda llamar orden a lo que hay aquí y ahí fuera. Porque eso no cuadra con su prejuicio de que todo tiene un propósito y que lo que existe en la actualidad es el resultado inevitable de un designio superior.

Por no hablar del repelús que le da pensar en la idea de que de la nada pueda surgir algo...

Claro que en eso contaba con el apoyo del gran Maxwell, quien escribía en la entrada sobre el átomo de la Enciclopedia Británica, que "la ciencia no es competente para razonar sobre la creación del mundo a partir de la nada...puesto que como la materia no puede ser eterna y auto-existente, debe haber sido creada".

Por dios, dirá Iverach (y Maxwell, supongo). Como se ve, hasta un gigante de la ciencia como Maxwell estaba equivocado. En eso.

Porque (una vez más el indemostrado argumento) en la base más fundamental de la materia hay "evidencia" (sic) de una racionalidad del mayor orden. Parece que las evidencias posteriores dicen justo lo contrario...

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