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Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 4)

Se dice que en el siglo XVIII fue una época de grandes debates y controversias. Tal vez en aquella época fuese así. Visto desde hoy en día, esos "grandes debates" lo que muestran es la desesperación de las creencias cuando se ven superadas por la realidad. Unas creencias que no lejos de caer derrotadas ante las evidencias científicas, se retuercen como animales heridos. Y así es posible tener a grandes científicos y pensadores de la época, que ante la abrumadora evidencia de que sus creencias religiosas no tenían fundamento, llegaban a negar la realidad o a retorcerla de tal manera que se pudiera "ajustar" a sus falacias religiosas.

Con lo fácil que debe ser para la ciencia reconocer sus equivocaciones. pero cuando se mete la religión por el medio...

Uno de esos intentos de "adaptar" la realidad a las absurdeces religiosas es lo que se denominó (y seguro que todavía seguirá ahora) "teología natural". El concepto tenía su aquel: "demostrar" la existencia de dios (y todo lo que deriva de eso) mediante la "razón" (razón en el sentido de paja mental, no de prueba razonable e irrefutable. O sea, eso de que como soy capaz de "pensar" en un unicornio, por tanto los unicornios deberían poder existir).
Y lo de "natural" no era porque se encontraran en la naturaleza, sino porque suponían que el razonamiento es consustancial (natural) al ser humano.

Con semejante mejunje no es de extrañar que fueran capaces de "razonar" la religión y sus cosas. Si el "razonamiento" de la existencia del unicornio les parece absurda, entonces ¿qué se puede opinar del "razonamiento" de unos de los "sabios" de la iglesia como se consideró a Anselmo? Porque el muchacho decía que dios existiría porque los seres humanos tenemos la idea de la existencia de dios. Con un par...

Más adelante, Tomás Aquino se lo trabajó un poco más y se sacó de la manga (o sea, "razonó") sus famosas cinco vías que "demostrarían" (sin pruebas) la existencia de dios:
- El primer motor inmóvil: Dado que todo se mueve y el movimiento tiene que tener una causa, debe haber un origen del movimiento, que a su vez tendría que ser inmóvil, pues era el primero. Hala, así que ese primer motor inmóvil es dios.
- La causa eficiente: Como todo efecto tiene una causa, debe haber una causa original que originase el primer efecto. Hala, esa causa original es dios.
- La contingencia: Como las cosas pueden existir o no (la vieja idea aristotélica de lo potencial [el árbol en la semilla] y lo real o acto [el árbol]), las que existen han sido creadas por una "cosa" que siempre existe. Hala, ese ser necesario que siempre existe es dios.
- La perfección: Como aunque somos imperfectos tenemos "idea" de lo que es perfecto, "algo" tuvo que "meternos" esa idea de lo perfecto en la cabeza. Hala, el ser que es el máximo de perfección es dios.
- El argumento teleológico: Dado que aunque la realidad no lo sea, podemos "razonar" sobre el orden y el diseño de las cosas, que serán "creadas" por una inteligencia suprema. Hala, esa inteligencia suprema es dios.

El Aquino este lo expresaba de una forma más enrevesada y en latín, con lo que tenía asegurado que la gente no lo pillara. Una forma como otra cualquiera de intentar convencer de la "lógica" del "razonamiento": hacerlo confuso y enrevesado.

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Pero claro, la realidad es muy tozuda. Y si encima cuenta con la ayuda de gente como Copérnico, pues ciertas ideas se desmoronan como castillos de naipes. Ante semejante revolución sobre lo que "razonaba" la iglesia, algunos se preguntaron si en otras cosas el "razonamiento" religioso también estaría equivocado. E incluso se llegó a cuestionar la propia existencia de dios.

Pero dado que muchos de los intelectuales eran también monjes y curas, negar la existencia de dios les parecía un poco excesivo. Así que se buscó la manera de "adaptar" la realidad y las evidencias científicas a los principios religiosos. O a negarla directamente (la realidad y/o la evidencia)  si no quedaba otra. Algo difícil cuando más tarde apareció Newton y sus dichosas leyes.

Aunque no imposible si la fe es firme. Como le pasó al puritano John Ray, que en su gran trabajo de clasificación del reino vegetal vio la "vía" de la perfección y del creador. Y claro, cuando se alió con Francis Willughby para hacer lo mismo en con el reino animal, no es extraño que escribieran un libro titulado "La sabiduría de dios manifestada en la creación". Tanto orden y funcionalidad en la naturaleza sólo podía ser creado por un ser omnisciente. Por tanto, dios existe.

Claro que hubo que esperar al siglo XIX para que una tal Evolución pusiera un poco de sentido en semejante "razonamiento".

Incluso grandes mentes científicas, como Robert Boyle (quien escribió un tratado brutalmente demoledor contra lo que se había convertido la alquimia) pero que también era un ferviente cristiano. Además de sus libros sobre las propiedades de los gases, tenía tiempo para otros libros como "El cristiano virtuoso" donde defendía el estudio de la naturaleza como una actividad muy devota. Era de los de la idea del dios-relojero que construiría una maquinaria casi perfecta en forma de naturaleza y que pondría en movimiento. El resto de las leyes serían "secundarias" originadas en ese primer impulso.

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Otro partidario del "relojero" fue el cura británico William Derham. Escribió un libro titulado "El relojero artificial y la astroteológía". El caso es que en este libro la "astroteología" sería el intento de demostrar la existencia de dios a través de la astronomía.
Otro estudioso de la anatomía vegetal, Nehemiah Grew también consideraba la fisiología, la anatomía y la reproducción vegetal como prueba de la intervención de un dios diseñador. Incluso se intentó "demostrar" la existencia de dios mediante las matemáticas. Cuánto tiempo libre debía tener el teólogo inglés Samuel Clarke!

Por suerte, ya en aquella misma época también había mentes brillantes que no comulgaban con estas ruedas de molino. Y ahí nos encontramos con el gran filósofo escocés David Hume.


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(En el texto se puede leer: No basta un testimonio para establecer un milagro, a menos que ese testimonio sea tal que su falsedad sea todavía más milagrosa que el echo que pretende establecer. Una frase que se puede asociar con la más actual de: testimonios extraordinarios precisan pruebas extraordinarias).

Ya en 1779 escribió un libro titulado Diálogos sobre la religión natural, donde razonaba que el mundo podría haberse formado por casualidad, al interactuar entre sí partículas y producirse una ordenación auto-sustentable (permanente o temporal). Y que en otras circunstancias podría no haberse producido. Por tanto, lo que observamos como "diseñado" no tendría por qué serlo en absoluto sino simplemente fruto de un azar. Sobre todo porque el mundo no es perfecto, por lo que no sería lógico que fuera el producto de un creador en sí mismo perfecto.

Hume tampoco tenía pruebas de sus hipótesis, pero parecen razonamientos más sencillos. En cualquier caso, como ya se indicó, las pruebas llegaron con Darwin y la evolución mediante la selección natural, que prescindiría por completo de la teología falsamente "natural" y de las artificiosas "verdades" bíblicas.

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