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Science and its times. Vol 3. 1450 to 1699 (Parte 25)

Hay aspectos de la naturaleza que supongo siempre han sido motivo de reflexión, incluso desde que somos seres humanos.

Uno de ellos está relacionado con nuestra principal manera de interactuar con el entorno: la vista. Tal vez nuestro sentido más importante, y el que claramente nos permite conocer la mayor parte de lo que nos rodea.

Y es tan importante que ya se sabe que los antiguos filósofos griegos se dedicaron al asunto de entender cómo es el proceso de la visión. Los atomistas aceptaban la explicación de Leucipo (allá por el siglo -IV) de que los objetos eran los que emitían pequeñas imágenes completas de sí mismos. Esas imágenes viajarían por el aire y entrarían, literalmente, por los ojos. Es lo que se llama la teoría de la "intromisión".

Por su parte, los seguidores de Pitágoras aceptaban la teoría opuesta, la "extromisión": En este caso sería el ojo el que emitiría una especie de fuego invisible que tocaría los objetos revelando así su aspecto-

Y estaba también la teoría "etérea" de Aristóteles, en la cual los objetos lo que enviaban al ojo eran sus cualidades visibles.

En fin, mucha teoría y poca experimentación.

En esto, llegaron los árabes que, recordemos, tradujeron allá por el siglo IX gran cantidad de textos griegos que los cristianos quemaron con excesiva alegría. Entre los textos traducidos estaban estos escritos sobre óptica, que fueron adoptados sin gran discusión. Hasta que apareció Alhazen el siglo siguiente y modificó de forma importante la teoría de la "intromisión", al introducir elementos matemáticos (la óptica de Euclides y Ptolomeo), físicos y fisiológicos en la explicación. Aunque incorrecta, su aproximación a la verdadera explicación hizo que las otras teorías fueran desechadas.

Hubo que esperar a los siglos XII y XIII para que los demás nos enterásemos de estos trabajos cuando se tradujeron al latín. Por la cristiandad predominaba la teoría aristotélica, defendida por Alberto Magno. Y la teoría árabe tenía como defensor a Roger Bacon. Este último además, pretendía reunificar ambas teorías, dando cuerpo matemático a las ideas neoplatónicas de Robert Grosseteste. La teoría de Bacon se denominó como  la de la multiplicación de las especies

Luego llegó Kepler y su Ad vitellionem paralipomena quibus astronomiae pars optica traditur (¿algo así como Informe sobre la crónica para Vitellio sobre la parte óptica de la astronomía?). En ella postulaba que la única manera de establecer una correspondencia precisa entre puntos del campo visual y puntos en el ojo sería mediante unos rayos de luz que se refractaran en los humores oculares para conseguir el enfoque del objeto en la retina, de forma invertida.

Luego ya vino Snell y la ley de la refracción sobre los ángulos constantes entre el haz incidente y el refractado.

http://img.xatakaon.com/2012/10/Ley-de-snell.jpg
Aunque Descartes publicó antes un resultado parecido, pero sin demostración, junto con su teoría ondulatoria de la luz.

Según Descartes, la luz sería una perturbación mecánica de la materia que formase el "espacio" entre los objetos y que viajaría a velocidad infinita entre ellos. Cuando las "partículas" de luz chocaran contra la superficie de un objeto, se reflejarían elásticamente (es decir, sin perder sus propiedades físicas)  y el ángulo de incidencia sería igual al ángulo de reflexión. El problema de la teoría de Descartes es que la luz debería viajar más rápido cuanto más denso fuese el medio en el que viajase (pues es una transmisión "mecánica"), algo que no es cierto.  

Una vez más, vemos cómo el proceder científico y metódico permite pasar de las ideas filosóficas de los antiguos griegos a la experimentación y las pruebas que permiten desarrollar teorías más correctas, que se van perfeccionando con el aporte de conocimiento que se genera con el estudio, la reflexión y la experimentación. Estos no consiguieron encontrar la mejor explicación, pero su trabajo permitió que los siguientes pudieran avanzar hasta lograrlo.

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