El capítulo 7 es una continuación del 6.
Empieza señalando, como en otras ocasiones a lo largo del libro, de la gran importancia del trabajo de Darwin.
Pero vuelve a lo mismo de que la ciencia no es capaz de explicar el origen de la vida. Realmente, lo que quiere decir es que sólo aceptaría las explicaciones de la ciencia si incluyesen a dios como causa final, pero...
Incluso refleja el racismo de su época (tan presente todavía en la nuestra), de que si hasta el Negro (así en el original) y el Inglés son "variedades de la misma estirpe (stock en el original, que traduzco por estirpe, pues no creo que se refiriese al ganado, por lo menos en el caso de los ingleses), porqué no también (lo son) los vertebrados y los invertebrados?"
Incluso acepta que la ciencia haya descubierto las leyes del desarrollo de las especies. Pero que falta por aclarar, según él, cuáles son los factores primarios de la evolución. Porque todas las formas de la vida están relacionadas, pero para él, de una forma maravillosa e insospechada para el ser humano.
Y como no aparece dios por ninguna parte de la nueva ciencia, les acusa de ser el antropomorfismo del siglo 19. Y se sitúa del lado de otros, como el biólogo P. Geddes (más conocido por su faceta de sociólogo e innovador en la planificación de las ciudades), que "creían" en la evolución pero no en la selección natural ni en la lucha por la supervivencia como factores primarios de esa evolución.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/57/Patrick_Geddes_%281886%29.jpg |
Incluso tiene el sarcasmo de decir que ha "intentado leer con una mente abierta lo que se ha escrito sobre la selección natural...", cuando es obvio que todo su razonamiento está marcado por el mismo prejuicio de sus creencias religiosas, que en ningún momento ni tan siquiera pone aparte. Cuando no se burlaba del ateísmo de los demás.
Iverach aceptaría el concepto de selección natural si se limitase al proceso de "eliminación del no apto", en un momento en el que estaba surgiendo el movimiento eugenésico en Europa y USA.
No sé en qué parte de la cacareada virtud cristiana de la caridad entra lo de aceptar "eliminar" a seres vivos no aptos...
Más adelante señala que él considera que el concepto de selección natural no es más que una metáfora, una especie de deus ex machina (literalmente, dios desde la máquina, que proviene del griego, cuando en las obras de teatro se colgaba al actor que representaba al dios de turno que aparecía en escena para dar un giro en la historia o resolver una situación de forma sorpresiva).
Y vuelve a los argumentos que siguen repitiendo los creacionistas y diseñadores inteligentes: Cómo se va a explicar la variedad de colores en el mundo animal sólo por la caprichosa selección natural? Cómo es eso de la lucha por la supervivencia si existen ejemplos de simbiosis?
Para Iverach, que a pesar de su mente hipotéticamente abierta, no renuncia a que su dios lo creó todo con un propósito, considera la naturaleza como un sistema gigante de cooperación mutua, en la que no sólo las especies, sino cada cosa (sic) no es "para sí mismo, sino también para las demás".
Pero la idea es la misma: Haya o no selección natural, sean ciertas o no las leyes de la variación que originan la evolución, si son ciertas y existen, son otra prueba más del orden y la estabilidad del designio divino. Detrás de todo esto está "una mente, una razón que hizo el plan y lo llevó a cabo"...el Autor de la naturaleza muestra su propósito a lo largo de Sus operaciones, cumpliendo Sus fines naturales mediante lentos y sucesivos pasos" (citando al obispo J. Buttler, del siglo 17).
Y dado que es imposible demostrar la existencia de esa mente divina, usa uno de los argumentos preferidos de los creyentes cuando no tienen pruebas de algo: "... la Suprema Inteligencia no puede ser comprobada experimentalmente, porque está implícita en todos los experimentos".
Que se ha demostrado que las especies no fueron creadas como dice la biblia, sino que son fruto de la evolución? Pues según Iverach deberíamos "inclinar nuestras cabezas en reverencia y decir que las vías de Dios no son las nuestras y que Sus pensamientos no son los nuestros, pero que a pesar de todo hay vías y pensamientos de Dios".
Cuanto más avanza la ciencia (y más falsos se ven los argumentos cristianos, pero eso no lo dice Iverach), "más se enaltece nuestro sentimiento de maravillarnos y más crece nuestro concepto del método Divino".
Como siempre, con dos cojones.
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