Ir al contenido principal

Science and its times. Vol 5. 1800 to 1899 (Parte 13)

El estudio de los fósiles, sobre todo los "humanos", siempre generó controversia. No entre los científicos (que mantendrían sus diferencias en los aspectos técnicos, pero de acuerdo en los conceptos básicos) sino entre los creyentes. A fin de cuentas, estos restos dejaban a las claras la falsedad de sus creencias, que ellos elevaban siempre a la categoría de verdades divinas (y, por tanto, infalibles).

Unos de los restos fósiles que más interés despertó fueron los de Neanderthal (por el nombre del valle alemán donde fueron encontrados a mediados del siglo XIX). El interés era debido a su apariencia: Diferentes a los humanos contemporáneos y a los primates. Como justificación se llegó a decir que podían ser restos de un humano contemporáneo pero con graves deformidades óseas (algo que se desechó al ir apareciendo más restos similares en Bélgica). Como en esa época también se publicó la obra fundamental de Darwin, se señaló que esos restos serían otra prueba más de la evolución. Por supuesto, los fanáticos religiosos afilaron sus uñas para atacar.

Por cierto, no fue Darwin quien propuso la relación entre el mono y el humano, sino su discípulo Thomas Henry Huxley (el abuelo del conocido escritor Aldous Huxley) en su libro El lugar del hombre en la Naturaleza.

Image result for thomas henry huxley
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/2e/T.H.Huxley(Woodburytype).jpg/220px-T.H.Huxley(Woodburytype).jpg

Sus ideas se basaban en estudios de anatomía comparada, donde quedaba clara la proximidad entre ambas especies, debida según él a la evolución. Ahí también surgió el concepto de "eslabón perdido", el ancestro común entre primates y humanos.

Y esta idea, a su vez, inspiró de nuevo a Darwin, quien la desarrolló en El origen del hombre (literalmente el título, en inglés, era El origen del hombre y la selección relacionada con el sexo), en el que estudiaba la influencia en ciertas características humanas de la evolución y la selección sexual.

En esa época también surgió uno de los malentendidos sobre la teoría de la evolución que todavía persiste (sobre todo como "argumento" de los creacionistas): Que el humano proviene del mono. Realmente, la teoría dice que los primates y los humanos son especies diferentes y que tienen ancestros comunes, no que uno evolucione del otro. Pero es igual, los fanáticos son inmunes a la razón y seguirán con lo mismo, aunque sea falso.

Otros restos fósiles que despertaron interés fueron los encontrados en Francia y denominados Cro-Magnon. Se consideraron más actuales que los neandertales pues sus herramientas tenían aspecto más "moderno".


Más argumentos sobre el ancestro común entre primates y humanos fueron propuestos por el antropólogo alemán Ernst Haeckel, quien acuñó el nombre de pitecántropo para ese ancestro del humano. Era una propuesta teórica, y el holandés Eugene Dubois se propuso encontrar las pruebas físicas. Pero ¿dónde buscar? Según Haeckel, en los trópicos, pues ahí se establecía el origen de los monos y si el pitecántropo era más próximo evolutivamente a ellos... (Por su parte, Darwin sugería África como el lugar de origen de los humanos).

Así que Dubois se fue a Sumatra, donde consiguió encontrar restos más antiguos que los neandertales y más semejantes a los primates. Ese sería el pitecántropo (u Hombre de Java, que era como se llamaba Sumatra en aquella época) y que ahora conocemos como Homo Erectus.


Image result for eugene dubois
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/67/Eugene_Dubois.jpg/220px-Eugene_Dubois.jpg


Dubois creía que esos restos eran la prueba del "eslabón perdido" y Haeckel que eran la prueba de que los humanos descendían de los primates. Desgraciadamente, Dubois no había registrado correctamente los estratos geológicos donde aparecieron los restos, por lo que su datación correcta no era posible. Además, los restos fueron encontrados en diferentes puntos de la zona excavada, por lo que no había seguridad de que pertenecieran al mismo esqueleto (esta es la diferencia entre creyentes y científicos. Estos buscan la precisión, aquellos sólo precisan de su fe).

Dadas estas críticas, Dubois (al fin y al cabo, humano) se enfrascó en una campaña para dar crédito a sus descubrimientos y al final la frustración le llevó a no permitir a nadie estudiarlos durante décadas.

Pero mientras tanto seguían apareciendo más restos de neandertales (¿ancestros de los humanos modernos, una especie diferente sin posterior evolución, una evolución paralela a los humanos? Nadie lo tenía claro por entonces). Ya a principios del siglo XX, se encontró en Francia un esqueleto neandertal completo, que estudió Marcellin Boule, más partidario del árbol evolutivo (con múltiples ramas surgiendo de un tronco común) que de una evolución lineal.


Image result for marcellin boule
https://media1.britannica.com/eb-media/84/29984-004-F8E6B9A8.jpg

Boule fue el que imaginó al neandertal como una criatura salvaje de rasgos más propios del animal, más mono que humano, el "cavernícola". La idea de que el antecesor de los humanos fuera semejante bestia no era del agrado de muchos de los "sofisticados" europeos de la época (incluido el propio Boule). Así que el neandertal fue rápidamente puesto en una rama diferente sin relación evolutiva con los Homo.

En cambio, algunos menos sofisticados americanos tenían otra idea. El paleoantropólogo Ales Hrdlicka tenía mejor opinión y consideraba a los neandertales verdaderos humanos, parte de los Homo Sapiens, con diferencias debidas a consideraciones geográficas y alimentarias.


Image result for ales hrdlicka
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/66/Ales_hrdlicka.jpg/250px-Ales_hrdlicka.jpg


Hrdlika y otros se basaban en una evolución lenta y progresiva desde el Hombre de Java hasta las especies actuales, que estarían, por tanto, muy próximas desde el punto de vista evolutivo.

Estos fascinantes estudios sentaron muy mal en la sociedad victoriana, firmemente creyente en la idea de un dios creador de Adán y Eva 6000 años antes. Todos los restos encontrados tenían claramente mayor antigüedad y ya había muchas voces señalando la falsedad de la literalidad de los escrito en la Biblia. Los prejuicios religiosos mostraban su falsedad y los humanos perdían el estatus de cúlmen de la creación y centro del Universo.

Así que los de siempre empezaron a proclamar el caos y el fin de la sociedad. ¿Cómo íbamos a descender de semejantes bestias? Y los de siempre aprovecharon esos tiempos de cambios para propagar sus ideas racistas. Por ejemplo, el francés Georges Cuvier, un gran anatomista y antropólogo a la par que anti-evolucionista, anteponía su fanatismo a las evidencias negando que los restos fósiles pudiesen ser de humanos creados por dios. ¿Cómo íbamos a ser descendientes de los monos en vez de los ángeles? ¿Nuestra superioridad como raza provenía de unos cavernícolas salvajes? Los europeos no podían tener semejante ascendencia. Eso, según otros, sería el origen de seres inferiores como los africanos (así fueron representados los neandertales en dibujos e ilustraciones, como cavernícolas negros medio animales; mientras tanto, los más "modernos" cromañones serían más blanquitos, inteligentes y creativos). Otra justificación de la superioridad que permitía la explotación de los "inferiores", pues al ser de otra "especie" podían estar al servicio de los "superiores" sin que estos tuvieran remordimientos éticos. Una miseria moral que todavía persiste hoy en día.

(Para acabar, una pequeña anécdota para mostrar esa miseria moral del argumento creacionista: En el debate que tuvo lugar en la Universidad de Oxford en 1861 entre el obispo Samuel Wilburforce y el evolucionista T. H. Huxley, el obispo, muy graciosamente, preguntó a Huxley si provenía del mono por parte de su padre o de su madre. Huxley le dio elegante respuesta diciendo que prefería estar relacionado con el mono que con alguien como el obispo. Un zas en toda la boca avant la lettre). 


Comentarios

Entradas populares de este blog

El gen egoísta (9)

El capítulo 9 se titula La batalla de los sexos . No voy a resumirlo porque es demasiado denso para hacerlo de una forma eficaz. Son muchas las teorías y explicaciones que da. El resumen sería casi tan extenso como el propio capítulo. Además, en amplias notas al pié, de varias páginas cada una, matiza, amplía e incluso rebate lo que estaba originalmente escrito. En un largo resumen final , indica lo siguiente (matizado por las notas, en una de las cuales incluso dice que teorías que daba por incorrecta cuando escribió la edición original pueden "exigir incluso un cambio radical en nuestra concepción de la evolución de la conducta, un cambio radical en nuestra concepción de muchas de las cosas analizadas en este libro...significa que teorías de insensatez casi ilimitada no pueden ser ya descartadas por sentido común"): "Los diferentes tipos de sistemas de procreación que encontramos entre los animales... pueden ser comprendidos en términos de conflicto

Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 7)

Otro debate de esa época interesante fue el de la generación espontánea. Este sí con más entidad “científica”, pues ambos bandos se basaban en experimentos reales, no en creencias religiosas. Aunque la religión también tuvo que meter baza. Pero fue un debate que puso, y pone, de manifiesto la importancia de diseñar cuidadosamente los experimentos que soporten nuestras ideas. Porque los que realizaron el naturalista francés Georges Buffon y el microscopista inglés John Turbeville parecían demostrar la validez de la generación espontánea. Pero fueron los experimentos mejor diseñados por el fisiólogo italiano Lazzaro Spallanzani los que mostraron los errores experimentales de los otros. Porque es así, como ha ocurrido siempre, el funcionamiento de la ciencia: repetir los experimentos de otros para comprobar su validez Pero empecemos por el principio. Según la teoría de la generación espontánea , es posible que surjan seres vivos a partir de materia muerta. Una idea que no

Science and its times. Vol 4. 1700 to 1799 (Parte 6)

De entre los debates que hubo en la Ilustración, uno de los que más tinta hizo correr fue el de cómo se producía el desarrollo de los embriones. Por un lado estaba la explicación que se basaba en el vitalismo, llamada de la “ preforma ”; y por el otro el que utilizaba el racionalismo, denominado “ epigénesis ”. Desgraciadamente, la falta de calidad de los microscopios de la época por un lado, y las “verdades” de la religión, por otro, dieron alas a ese debate que visto hoy en día parece hasta ridículo. Pero realmente, este llamado “gran debate” lo que deja claro es la influencia de los prejuicios y dogmatismos religiosos sobre el razonamiento científico. Aún en contra de las evidencias que se mostraban ante los ojos de los científicos creyentes. Unos prejuicios y dogmas que eran más poderosos que las pruebas experimentales, parasitando las “explicaciones” e “hipótesis”. http://images.fineartamerica.com/images-medium-large/2-preformationism-18th-century-science-source.jpg