Tal como comentábamos, Darwin tuvo en cuenta las ideas de Malthus (aquello de que la población crecía más deprisa que los recursos) para establecer su Teoría de la Evolución, sobre la base de la lucha por la supervivencia en la que los mejor adaptados al entorno tendrían más posibilidades de transmitir sus características a sus descendientes.
Una idea muy tentadora para los reaccionarios, religiosos y derechistas que luego fueron denominados "darwinistas sociales". Estos miserables creían que la "selección natural" era aplicable también a la sociedad, considerando que la propia naturaleza favorecería a los "mejor adaptados". Curiosamente, los "mejor adaptados" eran ellos, claro, y los de su clase social. Con lo que tardaron bien poco en "argumentar" que dado que la naturaleza les favorecía, estaban totalmente injustificadas las ayudas sociales a los menos favorecidos. Y de ahí a considerar que los "mejor adaptados" también eran los líderes naturales y los que deberían tener el poder y la riqueza, sólo había un paso.
Y ya de que supervivencia se trataba, también consideraban que sus industrias y sus países estaban "mejor adaptados" que las de otros y que lo natural era que las potencias tuvieran sus colonias para explotarlas a su antojo.
Uno de los primeros en mostrar el nivel de miseria humana a la que se puede llegar despreciando todo tipo de fraternidad con sus semejantes fue el hijo de pastor protestante Herbert Spencer, a su vez biólogo, antropólogo y agnóstico. Él fue el que dijo lo de la supervivencia de los más adaptados. En el sentido de que los demás no merecían tener oportunidad de mejorar, por ser lo "natural" que estuvieran por debajo de los "mejor adaptados" (o sea, que los pobres debían seguir siendo pobres siempre y siempre al servicio de los ricos).
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Además, con él también se iniciaba una estrategia útil para el clasismo y el imperialismo: Como lo dice un científico, debe ser verdad. Por eso se convirtió en uno de los personajes más famosos y admirados en... Estados Unidos. Allí sus ideas se llevaron hasta el absurdo.
Tanto como para que uno de sus mayores fanáticos, el sociólogo William Graham Sumner escribiera libros sobre el lugar que le correspondía a cada clase social y contra cualquier ayuda social (pública o privada): Los pobres son pobres porque así lo quiere la naturaleza que no les dejó "evolucionar" a ricos. Y como este también era "científico", pues debería tener razón.
A este le querían mucho los grandes magnates norteamericanos: Defendía fervientemente todas sus acciones agresivamente competitivas para hacerse con el mayor trozo del pastel. Es lo que ellos llamaron laissez-faire, que traducido viene a ser "no nos pongas impedimentos a nosotros para ganar todo el dinero que podamos, pero ponle todos los impedimentos posibles a los demás".
También hubo oponentes a estos miserables. Es más, fueron estos oponentes, los reformistas darwinianos, los que les pusieron el nombre de darwinistas sociales a los otros. Uno de sus representantes fue Lester Ward, paleontólogo y sociólogo, o sea otro científico.
Su idea básica era justo la contraria: La evolución "social" no se produce por la competencia y la supervivencia de los ricos, digo de los "mejor adaptados", sino por la cooperación para la mejora de las condiciones para todos. Y que el avance científico consistía en intervenir en la evolución "natural" para mejorar las condiciones, ya que se tenían ahora en cuenta los anteriormente olvidados trabajos de Mendel.
Aunque desde el punto de vista científico el darwinismo social está totalmente desprestigiado, sí ha calado en la sociedad y en sus políticos, introduciéndose en las legislaciones y acuerdos aeconómicos. Una lacra que será muy difícil erradicar pues los ricos, tan "bien adaptados" tienen la sartén por el mango. Pero los pobres son más, y me temo que no hay fronteras que paren el hambre y la miseria.
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A este le querían mucho los grandes magnates norteamericanos: Defendía fervientemente todas sus acciones agresivamente competitivas para hacerse con el mayor trozo del pastel. Es lo que ellos llamaron laissez-faire, que traducido viene a ser "no nos pongas impedimentos a nosotros para ganar todo el dinero que podamos, pero ponle todos los impedimentos posibles a los demás".
También hubo oponentes a estos miserables. Es más, fueron estos oponentes, los reformistas darwinianos, los que les pusieron el nombre de darwinistas sociales a los otros. Uno de sus representantes fue Lester Ward, paleontólogo y sociólogo, o sea otro científico.
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Su idea básica era justo la contraria: La evolución "social" no se produce por la competencia y la supervivencia de los ricos, digo de los "mejor adaptados", sino por la cooperación para la mejora de las condiciones para todos. Y que el avance científico consistía en intervenir en la evolución "natural" para mejorar las condiciones, ya que se tenían ahora en cuenta los anteriormente olvidados trabajos de Mendel.
Aunque desde el punto de vista científico el darwinismo social está totalmente desprestigiado, sí ha calado en la sociedad y en sus políticos, introduciéndose en las legislaciones y acuerdos aeconómicos. Una lacra que será muy difícil erradicar pues los ricos, tan "bien adaptados" tienen la sartén por el mango. Pero los pobres son más, y me temo que no hay fronteras que paren el hambre y la miseria.
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