La ciencia tiene sus cosas buenas y malas. Sus grandes momentos y sus pequeñas historias que, bien miradas resulta que tienen más importancia de la que pensábamos.
Supongo que muy poca gente sabría quién es el anticuario inglés John Frere (con ese apellido tan francés), pero como dice la inscripción fue el primero (o al menos uno de los primeros) en darse cuente de lo antigua que era la humanidad.
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Nada más y nada menos!
Tuvo la suerte de tener una afición muy común en la época, que era la de andar por esos montes buscando cosas que pudiera vender en su tienda. Y se encontró unos objetos de sílice tallados, allá por 1790. Los describió como armas que eran usadas por "gente que no usaba metales".
El caso es que esas piedras estaban enterradas a casi 4 metros de profundidad en un suelo que no se había tocado y por debajo de una capa de arena con conchas marinas y huesos de un mamífero que ya no existía.
O sea, que quienes fabricaron esos objetos tenían que haber vivido en esa zona hacía muchísimo tiempo. Desde luego más tiempo que el que indicaba la Biblia y los cristianos. Y esa es la importancia del "pequeño" hallazgo de Frere. Además de ser un antecedente para la posterior teoría de la evolución.
Pero lo mejor de todo es que la interpretación de Frere, siendo revolucionaria, se sostenía en ideas y conceptos perfectamente aceptados en su época: que esos instrumentos eran fabricados por humanos, en contra de las antiguas ideas platónicas y aristotélicas (que también encontraron objetos antiguos, pero que suponían que no eran fabricados, sino que había una especie de "poder generador" terrestre que los creaba). Si esas piedras tenía forma de puntas de flecha, es que seguramente lo fueran y, lógicamente, deberían tener un origen humano pues los humanos fabricaban flechas.
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Unas ideas que estaban "en la onda" de las recientes visiones mecanicistas de la Naturaleza por parte de Descartes y Newton.
Otra idea ya aceptada era que los sedimentos, cuanto más profundos, más antiguos. Esto ya lo había planteado el científico y sacerdote danés Niels Stensen (no en vano considerado el padre de la Geología) en su ley de la superposición, originalmente planteada para el estudio de las edades de las rocas.
Por tanto, la comunidad científica debería aceptar que si esas puntas de flecha estaban debajo de conchas marinas (pensemos que Hoxne está a unos 50km de la costa inglesa) y huesos de animales que ya no existían, deberían ser más antiguas.
El caso es que según se había calculado a partir de la Biblia, los humanos apenas tendrían 6000 años, y la Tierra sólo una semana más (lo que actualmente se llama la gilipollez de la Tierra Joven). Algo que no cuadraba con las evidencias de la variación geológica y de los restos paleontológicos. Algunos empezaron a ver la Biblia como un relato (y prueba del oscurantismo religioso) y otros, más condescendientes, dijeron que esa parte de la Biblia debía verse como un texto metafórico.
El caso es que no se podía negar, sin caer en el fanatismo religioso, que la Tierra tenía que ser antigua y que tanto su geografía como, al menos, la flora y la fauna (la evolución del ser humano costó un poco más hacerla ver), fueron cambiando.
Y el descubrimiento de Frere fue un aldabonazo casi definitivo a la creencia creacionista del ser humano.
Desgraciadamente, esa época fue prolija en acontecimientos, y la idea de Frere no tuvo mucha difusión, aunque su impacto fue calando poco a poco, como el agua que es capaz de perforar una chapa de acero (si tiene tiempo suficiente, claro). Básicamente porque fue el origen de la arqueología prehistórica.
Frere decía que esas piedras talladas las habían hecho personas que no conocían el uso de metales, algo que iba en contra de la idea aceptada por entonces de que quien no sabía hacer herramientas con metales tampoco sabría hacer herramientas con piedras. Y además, que eran herramientas de una época muy remota ("más allá del mundo actual"), es decir, de una época con diferente geografía, flora y fauna.
La importancia conceptual de Frere es que revolucionó varias cosas. Primero la metodología con la que los expertos se enfrentaban a estos asuntos. Hasta ese momento, lo habitual era el puro coleccionismo estético y la interpretación de textos e inscripciones antiguas. Es decir, que lo anterior a los griegos y los egipcios era una época de bárbaros sin ningún interés. Pero si Frere estaba en lo cierto, resultaba que antes de griegos y egipcios había "civilización", pues eran capaces de fabricar herramientas, aunque no dejaran testimonios escritos. Claro que comparado eso con la cantidad de "información" que se podía tener de un simple libro romano...
Pero ahora ya se sabía que la arqueología prehistórica podía apoyarse en la geología y en la paleontología como hacían los demás. En el caso de Hoxne, la idea de Frere colocaba a los fabricantes de las puntas de flecha mucho más atrás en el tiempo que los "celtas" que fueron "civilizados" por los romanos. Y que esa época pre-romana también tenía su "civilización". Esa fue la revolución cronológica de Frere.
Y por último, el mazazo a la religión. Porque la Biblia (y en general la tradición judeo-cristiana) decía que la tierra y todo lo que en ella hay fue creada para uso y disfrute del ser humano. Una idea tan asumida que en vez de rechazarla como completamente falsa, fue "reinterpretada" para que todo el chiringuito no se derrumbase de golpe.
Entonces, ¿la Tierra no fue creada una semana antes que el ser humano? Los científicos creyentes del siglo XVIII no tenían más remedio que aceptar que la presencia humana en la Tierra era apenas un breve período de la existencia del planeta. Pero salvaron la cara de la Biblia diciendo que los seres humanos aparecieron justo cuando la Tierra ya estaba "preparada" para su presencia (como si fuese una especie de casa que hubiera que amueblar y preparar, después de ser construida hacía mucho tiempo) para sus inquilinos.
Pero los que hicieron las puntas de flecha que encontró Frere serían seres humanos en una Tierra todavía no "preparada" (es decir, no con su geografía, flora y fauna actuales).
Aunque Frere no dijo que fuera mentira lo de los 6000 años, ni que la arqueología prehistórica tenía mucho que decir, fue el que inició la bola de nieve. Fue el que dijo a los demás por dónde había que ir. Sin grandes aspavientos, usando lo que estaba más que aceptado por la comunidad científica no fanática.
Hubo que esperar, eso sí, más de medio siglo para que quedase meridianamente demostrado que ya había humanos en la "pre-historia". Pero esa es otra historia que nos tiene que contar un tal Darwin.
Lo que hace grande a Frere es su trabajo metódico y firme, que derrumbó los pilares de las viejas ideas y conceptos largamente aceptados, dando lugar a una nueva vía de mejora del conocimiento y del progreso humano.
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